Conocemos
por Hipnosis un conjunto de técnicas sensoriales que tienen como
finalidad principal permitir un estado de la mente relajado en
profundidad, lo que llamamos “estado de trance hipnótico”. Todos
nosotros hemos sido en alguna ocasión espectadores de una sesión de
hipnosis en algún teatro o por la televisión. Los que además han
tenido la oportunidad de experimentar un ejercicio de hipnosis con
fines terapéuticos saben distinguir entre el primer caso y este
último...nada que ver!.
Para
hacer comprensible la diferencia explicaré de manera sencilla como
es que actúa el trance hipnótico en nuestra mente. Nuestro cerebro
es un órgano en constante movimiento, generador de ondas en un campo
de fuerza eléctrico y magnético. Es un emisor de dichas ondas
electromagnéticas, pero, al mismo tiempo, también es un receptor de
muchos otros envíos de ondas ajenos a nosotros los cuales llegan
para que, mediante su información, podamos movernos dentro de un
espacio absolutamente inter comunicado por todos los seres humanos y
la naturaleza entera. Es así que nuestro cerebro es, digamos, el
centro de operaciones conscientes de nuestro cuerpo físico. Pero su
función va más allá del cuerpo físico, siendo también el
sustento de nuestra Psique, que es todo aquel contenido que
elaboramos cuando pensamos, dormimos, nos relajamos...es decir, de
nuestro subconsciente.
Nuestro
subconsciente está ahí, a veces muy escondido a causa de los
niveles de alerta que padecemos a causa del estrés y el ritmo de
vida diarios, y es entonces cuando la persona dice frases como; “yo
nunca sueño...”, “yo no me siento guiada , no me conecto...”,
etc. Lo que sucede en realidad es que su actividad cerebral alerta no
se relaja, ni siquiera en los momentos de descanso, pues, de forma
paradójica, es cuando nuestra mente mas despierta está.
Mediante
la práctica guiada de la terapia de hipnosis clínica accedemos al
escondido subconsciente de una forma fácil, permitiéndonos, desde
dentro, actuar frente a estados emocionales alterados, con la
colaboración del paciente ya que no pierde la consciencia en ningún
momento de la terapia, sino que se convierte en un buscador de sí
mismo, siempre bajo el cuidado del terapeuta, interacciona con él y
se expresa verbalmente y libremente, dando luz a hechos que, hasta
ese momento, dormían en el olvido aparente de una mente selectiva.
Es así como es posible liberar angustias, ansiedades y miedos.
Por
ejemplo es posible tratar una fobia desde el origen mismo de cuando
se creó, corrigiendo la causa eliminamos las consecuencias. Todos
nuestros actos tienen un fondo emocional muy importante,
identificamos nuestros éxitos o nuestros fracasos con las emociones,
creemos que somos lo que sentimos y perdemos la correcta percepción
de nosotros mismos. Recuperarla no es imposible, mediante terapia
regresiva continuada podemos corregir esta disfunción y volver a
disfrutar de una vida sana y, sobretodo, en paz con nosotros mismos.
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