viernes, 4 de diciembre de 2015

VIAJES ASTRALES, MI EXPERIENCIA.

Un viaje astral no es un sueño. Hay una diferencia en la percepción de la conciencia sobre la experiencia entre uno y otro. Mientras que en el sueño se elaboran historias y se interactúa con personajes o con un entorno a modo de escenario, en el viaje astral uno está solo y el viaje comienza en el mismo lugar donde la persona duerme.
Salir del cuerpo es sinónimo de viajar en el astral, abandonar la materia, solo momentáneamente, y experimentar el estado inmaterial es una de las percepciones mas intensas y enrriquecedoras que los humanos podemos tener con un poco de práctica y mucha confianza en el proceso.
Mi primer viaje astral sucedió de manera involuntaria, una tarde mientras descansaba tras una mañana de trabajo. No voy a engañar a nadie; me aterró. Pero no mientras tenía lugar el viaje, sino después, cuando racionalicé el suceso y caí en la cuenta de que había tenido una experiencia paranormal, que me había hecho sentir una libertad inimaginable para mi hasta ese momento, y que, tal vez, podía volver a pasarme aunque yo no lo deseara, cualquier noche. Y si eso pasaba ¿qué debería hacer yo?, ¿volvería como esa primera vez a mi cuerpo al verme sobre los tejados, al lado de las nubes o seguiría el viaje?.

Esa primera experiencia me dejó con mas interrogantes que satisfacciones, pero fue un inicio necesario para futuros viajes.
Durante un viaje astral no hay una historia, un guión, se trata de "pasear" por donde la conciencia te lleva. No resolvemos nada, solo observamos, o mejor dicho, "miramos" con una totalidad de percepción inalcanzable en la vida física.
Podemos visitar lugares, siempre en tiempo real. Es decir, si sales del cuerpo durante la noche encontrarás las calles oscuras y vacias, como corresponde a esa hora en tu ciudad. y es que realmente estás en esas calles, pero de otra forma que no es corpórea.
 Puedes visitar a algún ser querido y verlo dormir plácidamente. Quizás él note algo y se inquiete, pero no podrá verte, ni tu despertarle. Hay unas reglas en los viajes que no podemos transgredir. No nos podemos llevar objetos físicos, ni hacernos visibles ante los ojos de nadie. Tampoco podemos quedarnos en ese estado por siempre, así que esto quita bastantes miedos acerca de si es peligroso practicar las salidas del cuerpo.
El llamado "cordón de plata" existe realmente. Yo he visto el mio, y es muy parecido al cordón umbilical, aunque a mi no me pareció plateado sino mas bien de color tierra, muy retorcido y extensible, salía desde mi plexo solar y me unía a mi conciencia que en ese momento regresaba de un viaje. Dicho cordón jamás se rompe, hasta que abandonamos nuestro cuerpo en el momento que llamamos muerte.
Las leyes físicas de la materia no existen durante los viajes astrales, aunque el pensamiento nos hace comportarnos tal y como si tuvieramos cuerpo, y así buscamos las puertas o las ventanas para salir o pasar de una habitación a otra, cuando podemos hacerlo atravesándolas. Yo lo he hecho muchas veces. Solo con el pensamiento atraviesas una pared. Cuando algunas noches iba en astral a ver dormir a mis hijos recuerdo estar frente a la puerta de su habitación y querer coger la maneta de la puerta para entrar y no poder hacerlo,¡porque mi mano era transparente!. A veces me veía con un cuerpo translúcido, ingrávido, y otras como una esfera de luz. Cuando me he movido como esfera de luz he podido recorrer largas distancias en un segundo, o "pasear" por medio de una calle oscura, cruzándome con una pareja, los he visto caminar, incluso escuchar lo que decían, pero ellos no me percibían.
Mi experiencia en los viajes astrales ha sido, hasta el día de hoy, casi siempre nocturna y nunca los he inducido con ningún tipo de ejercicio previo, han sucedido de manera espontánea, siempre los he podido controlar sin problemas y nunca he tenido una mala experiencia en ellos. Tan solo una vez que visité mi casa para comprobar que todo estaba bien, estábamos veraneando en otro lugar, y me di una vuelta por ella, naturalmente estaba oscura, silenciosa, pero no solitaria. En una esquina del recibidor había un niño parado. Estaba muy quieto y parecía triste, o al menos eso me llegó. casi no le vi bien porque no había luz y además él se tapó la cara con sus brazos. Sentí pena, pero no comprendía que estaba haciendo él en mi casa. No nos comunicamos, así que ignoro si puede haber comunicación entre cuerpos astrales que se encuentran. Yo simplemente decidí seguir mi viaje y regresar adonde estaba mi cuerpo en ese momento.
En fin, estas son solo unas pequeñas pinceladas de mis experiencias nocturnas. Somos mas que un cuerpo material, somos conciencia en movimiento, luz y esencia. Nosotros ponemos nuestros límites en cada uno de los planos donde nos movemos, pero en realidad nunca ha habido barreras para la unidad del SER. Pueden haber miles de espejos que reflejen nuestra imagen, y creeremos que somos aquello que vemos en alguno de esos espejos, pero lo que realmente somos jamás lo vemos. Y mientras, nos pasa la vida soñando que somos humanos.