martes, 25 de agosto de 2015

CASO REAL DE TERAPIA, APRENDIENDO A AMARSE

Esta carta fue escrita para una persona muy especial, sensible y generosa, pero siempre triste, alguien que se había acostumbrado a sentirse así, como ella misma reconoce al decir: "soy feliz, yo estoy triste". Algunas veces sucede que nos hacemos adictos a una emoción con la cual nos hemos identificado en exceso, de tal manera que no tenemos ganas de dejarla ir, nos acomodamos a ella y creemos que tenemos que sentirnos de ese modo para seguir siendo nosotros, o para seguir recordando a nuestros familiares fallecidos. Lo cierto es que nos hacemos esclavos de una conducta, romper esas cadenas es nuestra decisión. Espero que os guste, con el permiso de mi cliente os copio entera la carta;
Acudiste a la terapia con la intención de sanar algunos temas importantes de tu niñez y en seguida se mostraron; por un lado la falta de cariño y atención por parte de tu madre, por otro lado el cariño mal expresado por parte de tu hermano durante un periodo de tu vida en el cual tu eras vulnerable.
Ambos ya no están contigo pero su recuerdo y sobretodo el recuerdo de las relaciones que tuviste con ellos y sus consecuencias si te acompañan.
Has comprendido que las personas no siempre podemos tener todo el amor que necesitamos y que, por circunstancias de la vida, incluso las madres fallamos a la hora de dar el amor a los hijos. Al poco tiempo de nacer tu, se fue tu abuela materna, lo que obligó a tu madre a elaborar su duelo por la pérdida de su propia madre con una gran contradicción en sus sentimientos. Seguramente que ese no fue el único motivo por el cual tu madre se sentía triste, pero tu viviste esa tristeza como propia y aún la arrastras.
Los hijos nunca deberíamos heredar los sentimientos de los padres.
Después tu misma has sufrido esa lejanía de tu madre, pero esa lejanía había comenzado bastante antes de su partida.
Durante la terapia, hay un momento en el cual dices; “Soy feliz, yo estoy triste”.
Creo que ese sentimiento de tristeza era la consecuencia de estar muy consciente, a pesar de tu corta edad, de todos los acontecimientos que ocurrían alrededor tuyo.
A pesar de todo tu adoras la vida familiar y pones todo tu esfuerzo para que la familia salga adelante. Para ti es importante demostrar a tus hijos que los amas, porque aprendiste que es duro crecer sin caricias ni abrazos de tu madre.
Aprendiste que está muy bien recibir amor de los demás pero que el amor que jamás te fallará es el que tu misma te des. Eres una fuente inagotable de amor para ti, y tu amor te llenará y te saciará en todos los momentos de tu vida. Después, si los demás te dan amor también ¡fantástico!, si no te lo dan será igual porque tu no sentirás esa carencia.
Eso reforzará tu autoestima y cerrará la puerta a los abusos en tu vida.
Aprendiste que ya no deseas ser sumisa ante ningún tipo de abuso, que ya no deseas llevar un rol de víctima en tu vida, que la conducta de tu hermano con relación a esto fue incorrecta y que cualquier justificación solo hace que reforzar tu papel de víctima.

Afirmación usada en la terapia:
Yo me acepto, me valoro y me amo y soy capaz de llevar mis relaciones de forma positiva y de dar y recibir amor”.

Sueños durante la terapia;
Primer sueño:
estaba en una casa que no era la mía, habían tres agujeros en las racholas de la pared, yo sentía que aquella casa estaba poseída. Estaba en la cama con mi hijo pequeño y de pronto se prende fuego, pero entonces entra mi sobrina y apaga el fuego, entra un vampiro y yo corro porque él me persigue, entonces aparece otra figura que me atraviesa el cuello con una espada de fuego”.



Este sueño saca a la luz tu miedo a sentirte impotente frente a la “amenaza” de separación de tus hijos y tu. La casa “poseída” es una metáfora de tu mente habitada por esa idea destructiva (fuego), el vampiro que te persigue es tu cansancio, mantener este pensamiento es agotador para ti ( de ahí la figura del vampiro que al chupar la sangre nos deja anémicos, sin fuerzas). La espada de fuego que atraviesa el cuello es la impotencia extrema, ya no podrás ni siquiera gritar. La figura de tu sobrina apagando el fuego la escoges en tu sueño por su juventud, lo que para ti es sinónimo de fuerza. Es tu parte mas fuerte reaccionando ante la amenaza.

Segundo sueño;
Estoy en casa de mi padre, he ido con su segunda esposa a recoger unas cosas a un bar y estando esperando el tren pierdo una sandalia. Me meto en el bar y desde allí veo como llega un taxi, primero veo que en él llega mi hermanastra pero después no era ella sino que veo a mi madre, pero la veo desaliñada, mal peinada, y con unas zapatillas de mi padre, yo le digo ¿no ves cómo vienes?, son unas zapatillas azules. Pide cerveza, yo le digo que no, ella insiste y yo le digo que no. Se enfada.”

En los sueños cuando esperamos un tren es que estamos avanzando en nuestra vida y por eso buscamos otra estación en la que proseguir nuestro camino, el hecho de que pierdas una sandalia dice que parte de tus creencias las vas a cambiar, ya no te sirven para tu nuevo trayecto de vida.
Tu madre llega en taxi puesto que ya no posee cuerpo físico ( el coche puede ser símbolo de nuestro vehículo terrestre) y toma uno prestado para llegar a ti. La forma en que la ves en este sueño es distinta a cuando la imaginas estando consciente, de ahí que le ves unas zapatillas que no eran las suyas. En este sueño has recuperado la madre que vistes en los últimos años de su vida, la que te hacía enfadar y se lo reprochas.
Sabemos que enfadarnos con nuestros seres queridos no significa dejar de amarlos. Expresar lo que sentimos nos libera de la emoción y nos ayuda a crecer.

Mi deseo de que tu vida se colme de bendiciones, un gran abrazo

Florinda.Ramos Gil.

Mollet 7 mayo 2011.

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