Esta carta fue escrita para una persona muy especial, sensible y generosa, pero siempre triste, alguien que se había acostumbrado a sentirse así, como ella misma reconoce al decir: "soy feliz, yo estoy triste". Algunas veces sucede que nos hacemos adictos a una emoción con la cual nos hemos identificado en exceso, de tal manera que no tenemos ganas de dejarla ir, nos acomodamos a ella y creemos que tenemos que sentirnos de ese modo para seguir siendo nosotros, o para seguir recordando a nuestros familiares fallecidos. Lo cierto es que nos hacemos esclavos de una conducta, romper esas cadenas es nuestra decisión. Espero que os guste, con el permiso de mi cliente os copio entera la carta;
Acudiste
a la terapia con la intención de sanar algunos temas importantes de
tu niñez y en seguida se mostraron; por un lado la falta de cariño
y atención por parte de tu madre, por otro lado el cariño mal
expresado por parte de tu hermano durante un periodo de tu vida en el
cual tu eras vulnerable.
Ambos
ya no están contigo pero su recuerdo y sobretodo el recuerdo de las
relaciones que tuviste con ellos y sus consecuencias si te acompañan.
Has
comprendido que las personas no siempre podemos tener todo el amor
que necesitamos y que, por circunstancias de la vida, incluso las
madres fallamos a la hora de dar el amor a los hijos. Al poco tiempo
de nacer tu, se fue tu abuela materna, lo que obligó a tu madre a
elaborar su duelo por la pérdida de su propia madre con una gran
contradicción en sus sentimientos. Seguramente que ese no fue el
único motivo por el cual tu madre se sentía triste, pero tu viviste
esa tristeza como propia y aún la arrastras.
Los
hijos nunca deberíamos heredar los sentimientos de los padres.
Después
tu misma has sufrido esa lejanía de tu madre, pero esa lejanía
había comenzado bastante antes de su partida.
Durante
la terapia, hay un momento en el cual dices; “Soy feliz, yo estoy
triste”.
Creo
que ese sentimiento de tristeza era la consecuencia de estar muy
consciente, a pesar de tu corta edad, de todos los acontecimientos
que ocurrían alrededor tuyo.
A
pesar de todo tu adoras la vida familiar y pones todo tu esfuerzo
para que la familia salga adelante. Para ti es importante demostrar a
tus hijos que los amas, porque aprendiste que es duro crecer sin
caricias ni abrazos de tu madre.
Aprendiste
que está muy bien recibir amor de los demás pero que el amor que
jamás te fallará es el que tu misma te des. Eres una fuente
inagotable de amor para ti, y tu amor te llenará y te saciará en
todos los momentos de tu vida. Después, si los demás te dan amor
también ¡fantástico!, si no te lo dan será igual porque tu no
sentirás esa carencia.
Eso
reforzará tu autoestima y cerrará la puerta a los abusos en tu
vida.
Aprendiste
que ya no deseas ser sumisa ante ningún tipo de abuso, que ya no
deseas llevar un rol de víctima en tu vida, que la conducta de tu
hermano con relación a esto fue incorrecta y que cualquier
justificación solo hace que reforzar tu papel de víctima.
Afirmación
usada en la terapia:
“Yo
me acepto, me valoro y me amo y soy capaz de llevar mis relaciones de
forma positiva y de dar y recibir amor”.
Sueños
durante la terapia;
Primer
sueño:
“estaba
en una casa que no era la mía, habían tres agujeros en las racholas
de la pared, yo sentía que aquella casa estaba poseída. Estaba en
la cama con mi hijo pequeño y de pronto se prende fuego, pero
entonces entra mi sobrina y apaga el fuego, entra un vampiro y yo
corro porque él me persigue, entonces aparece otra figura que me
atraviesa el cuello con una espada de fuego”.
Este
sueño saca a la luz tu miedo a sentirte impotente frente a la
“amenaza” de separación de tus hijos y tu. La casa “poseída”
es una metáfora de tu mente habitada por esa idea destructiva
(fuego), el vampiro que te persigue es tu cansancio, mantener este
pensamiento es agotador para ti ( de ahí la figura del vampiro que
al chupar la sangre nos deja anémicos, sin fuerzas). La espada de
fuego que atraviesa el cuello es la impotencia extrema, ya no podrás
ni siquiera gritar. La figura de tu sobrina apagando el fuego la
escoges en tu sueño por su juventud, lo que para ti es sinónimo de
fuerza. Es tu parte mas fuerte reaccionando ante la amenaza.
Segundo
sueño;
“Estoy
en casa de mi padre, he ido con su segunda esposa a recoger unas
cosas a un bar y estando esperando el tren pierdo una sandalia. Me
meto en el bar y desde allí veo como llega un taxi, primero veo que
en él llega mi hermanastra pero después no era ella sino que veo a
mi madre, pero la veo desaliñada, mal peinada, y con unas zapatillas
de mi padre, yo le digo ¿no ves cómo vienes?, son unas zapatillas
azules. Pide cerveza, yo le digo que no, ella insiste y yo le digo
que no. Se enfada.”
En
los sueños cuando esperamos un tren es que estamos avanzando en
nuestra vida y por eso buscamos otra estación en la que proseguir
nuestro camino, el hecho de que pierdas una sandalia dice que parte
de tus creencias las vas a cambiar, ya no te sirven para tu nuevo
trayecto de vida.
Tu
madre llega en taxi puesto que ya no posee cuerpo físico ( el coche
puede ser símbolo de nuestro vehículo terrestre) y toma uno
prestado para llegar a ti. La forma en que la ves en este sueño es
distinta a cuando la imaginas estando consciente, de ahí que le ves
unas zapatillas que no eran las suyas. En este sueño has recuperado
la madre que vistes en los últimos años de su vida, la que te hacía
enfadar y se lo reprochas.
Sabemos
que enfadarnos con nuestros seres queridos no significa dejar de
amarlos. Expresar lo que sentimos nos libera de la emoción y nos
ayuda a crecer.
Mi
deseo de que tu vida se colme de bendiciones, un gran abrazo
Florinda.Ramos
Gil.
Mollet
7 mayo 2011.
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