Los
llamados terrores nocturnos son episodios de agitación con sensación
de miedo que se presentan, por lo general, durante el primer ciclo de
sueño, en la fase 4, justo antes de que entremos en la fase REM de
sueño paradójico. Cuando se presenta el terror nocturno estamos
profundamente dormidos, pero no tanto como lo estamos en la última
fase del ciclo de sueño. Son repentinos y muy intensos, pero también
desaparecen pronto puesto que no hay una historia onírica detrás,
es decir; no surgen de ningún sueño previo.
Pueden
ser residuos de un estado de ansiedad acumulado que nuestro cerebro
libera en las horas nocturnas de relajación para así, de este modo,
rebajar la tensión. Por eso se presentan en las primeras horas de
sueño que es cuando nuestro cerebro elabora un repaso de los
acontecimientos del día y de sus emociones.
Aparentemente
no existe una causa, o al menos no se conoce o no se ve, son
repetitivos porque la ansiedad de la persona es también repetida por
situaciones concretas que se dan en su vida.
Durante
un episodio de terror nocturno, la persona se despierta sudando, con
mucha agitación, llora, grita e incluso puede llegar a tener una
reacción agresiva hacia los demás o hacia ella misma. Esto ocurre
raras veces, pero en el caso de los niños, grandes propensos a
padecer terrores nocturnos, es frecuente que la misma agitación les
haga dar patadas o manotazos en el aire como si se estuvieran
defendiendo de una agresión.
Los
niños sufren mas este fenómeno porque todavía no han madurado las
respuestas ante las situaciones que les crean angustia en su vida
ordinaria, o bien por su carácter no se atreven a rebelarse ante
cosas o situaciones que les son impuestas y eso va acumulándose como
una emoción contenida que al final encuentra en los episodios de
terror nocturno una forma de manifestarse y, de ese modo, ser
liberada.
Aquí
me permito un inciso para los papas que ven como su hijo o hija de
pronto parece querer volver hacia atrás en el tiempo y compartir la
cama parental, a menudo presentándose con terrores nocturnos
repetidos. Por favor papas, antes de pensar o decirle al niño que lo
que le pasa es que está tomándoles el pelo con su actitud, que no
le pasa nada y que va a ser castigado por ello, indagar con mucho
tacto y cariño cual es la causa por la cual vuestro hijo presenta
este trastorno del sueño. Sabiendo la causa y con un buen remedio
sin duda se terminarán los terrores del niño.
Los
adultos que sufren episodios de terrores nocturnos suelen ser
personas muy angustiadas, que llegan a despertarse hasta cinco veces
en la noche por cualquier cosa, y eso les provoca un gran cansancio y
baja energía vital que les agrava su estado de angustia. Se sienten
impotentes para hacer frente a su problema, y a la situación de
fondo que es causa de la angustia le suman el cansancio de noches con
sueño interrumpido.
Para
terminar con los terrores nocturnos el adulto ha de acudir a un
terapeuta, si es que no conoce la fuente de su angustia, y si la
conoce pues reparar, sanar, esa parte de su vida que tanto le afecta.
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