viernes, 11 de septiembre de 2015

LAS DIMENSIONES DEL SUEÑO


El mundo de los sueños corresponde al mundo astral, donde rigen cinco dimensiones, dos más de las que tenemos en este mundo físico; alto, ancho, profundo, por eso es que en el mundo astral podemos hacer lo que en este mundo nos está vetado, como levitar o volar.
El mundo astral es un curioso estado del Ser, donde parece que cualquier deseo nuestro puede ser realizado, pero tengamos en cuenta de que así como somos o sentimos y actuamos, así será nuestro mundo astral.
Si no vibramos en baja y densa frecuencia, no encontraremos nada bajo o denso en el mundo astral, es decir, la calidad de nuestra recreación de dicho mundo tiene mucho que ver con nuestra propia esencia.
¿Somos seres compasivos, generosos, equilibrados?, pues entonces nuestros encuentros o experiencias en el mundo astral estarán en sintonía con nosotros, no hay que temer a ninguna experiencia en el astral, al contrario, todas están ahí para nuestro crecimiento interior y no hacen sino enriquecernos espiritualmente.

La mayoría de nuestros sueños son el recuerdo de las cosas que vivimos durante el día, las elaboramos de nuevo y a menudo son simples acciones que no merecen especial atención, de esta forma nuestro cerebro se autoregula y se alivia de tanta información retenida. Ese es el momento en que corregimos nuestros actos diarios y tomamos decisiones respecto a lo que debemos cambiar, puede ocurrir que al día siguiente sepamos hacer algo que el día anterior se nos resistía o encontramos a la primera aquel papel que tanto y tanto buscamos sin ningún éxito. Estas son cosas corrientes, nos suceden a todos, aunque la mayoría de las veces no somos conscientes porque no recordamos haberlo soñado. También cuando soñamos que tenemos miedo o emociones intensas son sueños caóticos, gobernados por nuestros centros más instintivos. Son sueños muy necesarios para nuestra recuperación orgánica. Yo los llamo “sueños terapéuticos”.
Un ejemplo de sueño terapéutico sería el siguiente:
Sueño que camino por una calle, es de día y hay tráfico y gente paseando. Mi paso es muy decidido, creo que se adonde voy y no quiero retrasarme por nada. Mi pulso está acelerado y creo que tengo demasiada prisa. A mi izquierda hay portales de las casas, algunos están cerrados, otros abiertos, yo paso sin prestar atención hasta que veo uno abierto y me detengo para contemplar un calendario que hay colgado en una de sus paredes blancas. En él hay una imagen de Cristo, es una imagen amable, su rostro es dulce y sus vestiduras son túnicas blancas y azules. Me siento bien mirando esa imagen. Me doy cuenta de que en una de las esquinas del local y sobre una cama, hay una niña de unos siete años de edad. Me dirijo hacia ella y me reconozco; soy yo cuando era pequeña. Siento mucha pena al contemplarla, siento deseos de abrazarla porque parece muy triste y sola, cuando quiero abrazarla me doy cuenta de que tiene las piernas vendadas, como si las tuviera heridas. Aún así el deseo de abrazarla es muy fuerte, de pronto miro hacia el calendario y siento como me llega el mensaje; “Hazlo. Abrazala”.
La tomo en mis brazos y permanecemos así, en silencio no se cuanto tiempo, es tan agradable,me hace sentir tan bien...nos hace sentir tan bien a las dos. Siento que estamos sanando en este largo abrazo curativo, de alguna forma sus heridas, mis heridas están sanando. Al cabo de un tiempo la dejo de nuevo en la cama con mucho cuidado, la tapo con la sábana, está durmiendo plácidamente porque ya no siente dolor. Salgo del local mirando la imagen de Cristo, camino despacio siendo consciente de haber tenido una bella experiencia de sanación .”
Por otra parte, y gracias a nuestros centros Superiores recibimos en los sueños mensajes que provienen de la parte mas elevada de nuestro Ser, que nos dan información sobre el estado en que nos encontramos. Cuando nos damos cuenta del profundo significado de uno de estos sueños, es señal de que algo está despertando en nosotros para sanarnos el alma o para que crezcamos. Son sueños Iniciáticos, donde la persona percibe que se le otorga un permiso o un don especial, algo espiritualmente muy valioso para el soñador y que tiene mucho que ver con su evolución. Un ejemplo de sueño de Iniciación puede ser el siguiente;
Josep sueña que se está observando las manos porque en cada palma tiene un gran agujero. Esto le sorprende pero no hasta el punto de preocuparle. Al cabo de un momento ve como cada uno de los huecos se llena de oro. Le llama la atención la solidez del oro y su gran brillo, el cual se esparcía por toda la palma, como rayos luminosos.
Hasta aquí el sueño. La tarde anterior al sueño Josep trae un recuerdo, que él creía olvidado, a su mente consciente. Recuerda que teniendo él la edad de doce años, su madre solía decirle;”Tu tienes las manos agujereadas”, recriminándole de esta forma su carácter desprendido. Josep trabaja con las manos, es sanador de terapias energéticas, asocia el oro con el dinero, la prosperidad económica, pero en mi interpretación del sueño le doy otro valor. Yo interpreto que este hombre se permite al fin acabar con un “mandato de vida” el cual acarreaba desde hacía tantos años.
Ahora comprende que sus agujeros están llenos de luz, que es el verdadero y último significado del símbolo del oro aplicado a este sueño,
la misma luz que él da y ha seguido transmitiendo gracias a sus manos durante toda su vida. Para mi este es un ejemplo claro de autoafirmación e iniciación a través del sueño.
En el mundo astral no tenemos cuerpo físico, es decir, cuando soñamos somos en realidad puntos de luz y conciencia que se desplaza con absoluta libertad, sin embargo, para entender lo que nos está pasando recreamos el mundo conocido; el de la materia. Aunque nuestro interno es mucho mas amplio, mas rico, pues no está sujeto a la interpretación que nos den solo cinco sentidos. Esto explica que durante el sueño nos sea posible, por ejemplo estirarnos los dedos de una mano como si fuesen chicle.
Las influencias superiores que nos llegan en los sueños quedan registradas en nuestra psique, pero si estamos muy apegados a nuestros sentidos físicos y no ponemos atención a nuestra vida interior no conseguiremos percibir esas influencias.
Una de las cosas que aprendemos al trabajar con nuestros sueños es que existimos no solo en relación con lo externo a nosotros; el mundo físico que nos rodea, sino que también en relación con nuestro mundo interior, un mundo amplio y sin límites físicos donde lo absurdo o incoherente de un simple sueño puede darnos una valiosa información acerca del estado de nuestros centros psíquicos; intelectual, emocional, motor, instintivo y sexual.

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