viernes, 19 de febrero de 2016

CASO REAL DE TERAPIA: EL EMBARAZO DE IRENE

Quiero compartir con vosotros una experiencia de terapia regresiva, por supuesto el nombre de la persona queda reservado, así como cualquier pista acerca de la identidad actual de esta persona. Para los efectos, tan solo deciros que la llamaré Irene pues es una mujer joven, de aproximadamente treinta años.
Pues bien, Irene acudió a mi consulta hace un mes explicándome que sentía de continuo un ardor en el estómago, "como si le quemara por dentro", eso le hacía estar irascible a ratos, angustiada y a menudo se sentía muy cansada, como agotada. Por supuesto el objetivo que ella perseguía era hacer desaparecer todos estos molestos síntomas.
Como era la primera vez que la trataba comenzamos con una relajación progresiva, bien elaborada, seguida de una visualización, todo ello para comprobar que tal entraba en la dinámica de la terapia. El resultado fu
e excelente, no solo se relajó sino que, casi de inmediato, entró en el estado de la sugestión hipnótica desde donde elaboramos un primer ejercicio de visualización para aliviar ese "fuego" que al parecer se le había instalado en el estómago.

El ejercicio fue, resumiendo mucho, la visita a una cueva en el fondo de la cual le esperaba un lago de aguas frescas, todo ello acompañada de su guía, que ella misma eligió y demás detalles que omito por no hacerlo extenso, donde Irene pudo disfrutar de un baño al mismo tiempo que se sentía protegida por las paredes cristalinas de la cueva.
Después al progresar la terapia tuvo la oportunidad de recordar a su mascota, la cual había perdido hacía unos meses, y eso le provocó que la emoción comenzara a desbordarse.

Digamos que ese recuerdo fu
e la llave que permitió el comienzo del desbloqueo emocional tan necesario y que Irene no se permitía tener.
Antes de seguir es importante explicar que Irene es trabajadora social, continuamente está en contacto con personas que padecen, sufren y tienen historias tremendas. Ella siente mucha pena por los usuarios, pero no se permite llorar.
¡La autoexigencia!, es algo relativamente normal con personas que trabajan en este sector del cuidado a las personas.
Pero sigamos avanzando;
Ese primer día basicamente me dediqué a aliviar ese síntoma, desbloqueando con Reiki la zona del plexo, activando chakras. Posteriormente supe que los dos días que siguieron a la terapia se los pasó llorando por cualquier cosa, y aún sin motivo aparente, se sintió sumamente cansada pero relajada, en sus mismas palabras "estaba que todo me daba lo mismo", terminó de pelear con su pareja, "no le apetecía estar de bronca" ( menos mal que ya estaba avisada de los posibles efectos de la terapia reiki ), y los días que siguieron tuvo una ligera descomposición intestinal con irritaciones ( debido a la expulsión por el ano del "fuego" alojado en el plexo durante tanto tiempo), y le ha quedado un regusto en la boca que ella identifica como "de metal". Todo es producto de desbloquear.
En su segundo día de terapia venía muy relajada y dispuesta, así que rápidamente ha entrado en sugestión y la he llevado a unas escenas de su niñez donde, intuía, veríamos uno de los orígenes de esa sensación.
En lugar de eso Irene ha ido elaborando otro plan de trabajo, a buscado revivir la protección y el sentimiento de seguridad y felicidad que le daba su familia cuando ella tenía unos seis añitos, todos; padres, abuelos, t
íos, incluso vecinos, alrededor de una mesa durante una cena estival. La expresión de su rostro iba cambiando conforme iba dejando que las emociones salieran; de felicidad, de nostalgia, de tristeza por la añoranza, de gratitud por los años vividos. Definitivamente para Irene la protección del clan familiar es algo muy importante, y ahí se abre un tema interesante para futuras regresiones; ¿será que alguna vez, en algún otro tiempo, en algún otro lugar, Irene careció de esa protección?, ummm...
Sin embargo, no es ese el tema crucial de la terapia de hoy. A medida que yo iba dando Reiki, también iba recibiendo las visiones. Vi a Irene en otra vida, en otro país, estaba embarazada, (en la actualidad no tiene hijos), tenía una vida humilde pero digna y como referencia diré que estaba en algún lugar costero del norte de Africa. Cuando ya estaba muy avanzada en su gestación, casi a punto de parir, sucedió algo que malogró ese parto. Por una imprudencia suya Irene no solo perdió a su bebé, sino que ella misma perdió su vida. Pero murió con la terrible convicción de que "por su causa" su hijo jamás llegaría a nacer.
Un inciso para decir que el aspecto físico de Irene en la actualidad es semejant
e a la de una mujer embarazada de algunos meses.
Lo que Irene no sabía en su otra identidad de madre, es que ella no mató a su hijo, puesto que el Ser que venía abandonó ese cuerpo mucho antes del accidente, de modo que la culpa que arrastra queda desactivada, puesto que no se puede
matar a nadie.
Después ella misma a entrado en otra vida en la cual también estaba embarazada, le he llevado al momento del parto, cosa que ha sucedido con total normalidad.
Como conclusión, y para terminar, el resultado de la terapia de hoy es que Irene debe replantearse la forma de establecer vínculos ya sean de trabajo o de afecto, con las personas. Si cambia la perspectiva, si deja de verles como si ella fuera su madre, recuperará su equilibrio emocional puesto que ella no se se sentirá "en deuda" de cuidar maternalmente a los demás. Será mas libre en su trabajo a la hora de elegir ayudar a los usuarios de una o de otra forma sin sentirse obligada por la pena de la pérdida. Puede ser que también le desaparezca gradualmente la barriga que ahora tan celosamente guarda, puesto que, simplemente, ya no la necesitará mas. Por eso mi consejo ha sido; Desembarazaté. ¡Y no es un trabalenguas!...

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