martes, 25 de abril de 2017

EL VIAJE DEL LOCO EN EL TAROT

El hombre duerme inmerso en los acontecimientos cotidianos y cree que ese sueño es la realidad. La Luz de su conciencia de pronto se hace grande e ilumina toda su creación impulsándolo a comenzar un viaje de iniciación al autoconocimiento y la autorrealización; se ha producido el despertar.
Para realizar este viaje el hombre parte desde su ingenuidad; todo es posible, todo puede llegar. Ligero de equipaje y con la aparente inconsciencia del loco, comienza su andadura.

En el primer tramo de su viaje el hombre transita por el reino de los Dioses, energías arquetípicas que le ofrecen habilidades o herramientas.
Primero se encuentra con dos figuras que le miran de frente, ambos tienen cosas para darle que le serán de mucha utilidad durante su viaje. El mago y la sacerdotisa. Son sus padres espirituales.
El mago es un creador de mundos, conectado con las fuerzas del cosmos como nos permite ver su sombrero cuyo símbolo es del infinito, tiene en su mesa los elementos que hacen posible toda creación, y le dice a su pupilo; ve y se creador de tu destino, pero no olvides que todo lo que vives es una ilusión. La sacerdotisa tiene en sus manos el libro de la vida, conoce como van a transcurrir los acontecimientos y aconseja al loco mediante sueños e intuiciones, de alguna forma le prepara para que escuche esa voz interior que le acompaña, es la Diosa Madre que tutela a todos los seres que engendra.
Seguidamente se encuentra a sus dos progenitores, el matrimonio poderoso, la emperatriz y el emperador, de los cuales toma su protección durante la infancia, su estabilidad, pero también sus defectos o sus traumas vendrán de ellos. El loco idealiza a sus padres, hasta el momento en que otro arcano entra en escena; el sumo sacerdote. La energía del sumo sacerdote es muy poderosa, mas que la de un emperador, puesto que esta figura es la encargada de introducir al loco en los grandes enigmas de la vida del espíritu y de la carne, es quien adoctrina, bendice o castiga en nombre de lo divino. El sumo sacerdote le dice al loco; mira bien lo que te espera en el transcurso de tu viaje, se misericordioso y compasivo con tus semejantes.
De ahí el loco va en busca del amor, de su opuesto, aquel ser que le va a complementar y aparecen los enamorados. Pero el amor duele cuando entra en el corazón, la flecha del dios Eros llega hasta él con los rayos de luz que da el origen a la vida. Sin embargo este arcano también tiene otro mensaje, las figuras que se ven pueden ser tres aspectos diferentes de un mismo ser. Para ser completo, el hombre ha de integrar sus propias facetas, sin excluir ninguna, por muy doloroso o incomprensible que resulte.
Nuestro loco ha crecido en este tramo del camino, se siente capaz de abandonar el cómodo reino de los dioses y con la ayuda de un joven e inexperto rey parte hacia el reino de los deseos y la materia. Este arcano no es tan sabio como el sumo sacerdote ni tan fuerte como el emperador, pero posee el ímpetu suficiente para hacer que ese carro ruede, eso hace feliz al loco, se siente pleno, dichoso, capaz de abrirse al mundo de los deseos, y hacia allí parte donde se encuentra de bruces con las leyes de los hombres. La justicia, impasible, le recuerda constantemente que va a tener que tomar decisiones en su vida que van a afectar a otras personas y a su vez, él mismo se verá afectado por las decisiones de ellas. Va a tener que tomar partido, saber renunciar, ser equilibrado en sus acciones, porque si no lo hace estas se van a volver en su contra, tal es la ley de los hombres. Entonces el loco, por primera vez, se siente preocupado, tal vez perdido en un mundo que le exige tanto sacrificio, y es entonces cuando el arcano del ermitaño, el viejo que se aisla de este mundo, le sale al encuentro, con su luz perenne, y le recuerda que encuentre dentro de sí mismo las respuestas que está buscando, puesto que ya se las dieron. Observa tu interno, busca tu luz, lee tu libro de la vida.

Pero el loco se deja llevar por las circunstancias de una vida exigente y demasiado tarde se da cuenta de la inconsistencia de la misma, ¡él, qué se sentía como rey sobre trono, ahora se ve como mono de circo!. Se da cuenta de que, en realidad, nunca tuvo nada, puesto que la rueda de la fortuna gira y gira, todo lo que hoy está, mañana se va.
Pero el loco se halla en la mitad de su viaje, todavía no ha llegado a su meta, y su esencia divina le regala la fuerza necesaria para que consiga dominar sus instintos mas primarios y mediante su sacrificio y voluntad consiga afrontar todos los obstáculos que aparecen a lo largo de su camino y que tan graficamente son representados por el arcano del ahorcado. Pero todos los frenos o parones de la vida son paréntesis que el loco aprovecha para tomar decisiones acerca de qué hacer con ella, y de manera muy sabia decide morir simbolicamente, segar el campo para volver a plantar semillas nuevas, esto puede ser doloroso, hay que aprender a renunciar a partes de nosotros mismos, pero la promesa del nuevo fruto lo compensa todo.
En este punto del viaje, el loco busca el consuelo de su parte mas espiritual, conecta con su ángel guía, y este le dice; mira, nunca has perdido nada, ni a nadie. No hubo triunfos ni fracasos, solo hubo experiencias, ni una sola gota de tu agua se derramó en el viaje, y estás preparado para abandonar el reino de los deseos, te has complementado a ti mismo alcanzando la templanza del ser.
El loco se siente feliz, ¡se siente espiritual, pleno, realizado! Y con este ánimo emprende la última etapa de su viaje, se dirige hacia el reino de las realizaciones. Sabe mucho, ha vivido mucho, la vida no tiene secretos para él...hasta que llega el arcano del diablo, se le para enfrente disfrazado de las mas disparatadas apariencias, y, apenas sin que el loco se de cuenta, le coloca la cadena de la esclavitud en el cuello. El diablo ha venido a molestar, a complicar las cosas, a tentar; ¿dices qué eres un ser realizado? ¿te sientes bien contigo mismo?, ahora tendrás ocasión de demostrarlo. Le enfrenta a sus propios demonios y el loco observa como una tormenta de proporciones desmesuradas hace trizas en poco tiempo aquello que tanto esfuerzo le llevó construir. Pero junto con la construcción material cae también su ego, su orgullo, su soberbia, su torre de Babel.
El loco yace tendido en la hierba, herido y cansado, cuando, por primera vez en su viaje, mira hacia el cielo y lo halla poblado de estrellas que son promesas de mundos felices. A su lado, desnuda e inocente, una doncella vierte agua en un río que corre hacia el mar, agua que sana las heridas y regenera la vida. Se da cuenta también de que hay dos fuerzas cósmicas, mas poderosas que su propio mundo, la luna, la madre, el sol, el padre, y por primera vez siente que ha llegado a casa.
Humilde, desnudo ya de todo ego, espera escuchar el veredicto de su propio juicio, suenan las trompetas de los ángeles y con las manos en rezo contesta; hágase tu voluntad.
Y en ese momento el loco descubre que él es el centro del mundo, él es el inicio y el final, su viaje le ha completado un círculo y le acompañan cuatro custodios; el ángel, el águila, el toro y el león. 
El loco por fin se ha hecho hombre.



No hay comentarios:

Publicar un comentario