El
hombre duerme inmerso en los acontecimientos cotidianos y cree que
ese sueño es la realidad. La Luz de su conciencia de pronto se hace
grande e ilumina toda su creación impulsándolo a comenzar un viaje
de iniciación al autoconocimiento y la autorrealización; se ha
producido el despertar.
Para
realizar este viaje el hombre parte desde su ingenuidad; todo es
posible, todo puede llegar. Ligero de equipaje y con la aparente
inconsciencia del loco, comienza su andadura.
En
el primer tramo de su viaje el hombre transita por el reino de los
Dioses, energías arquetípicas que le ofrecen habilidades o
herramientas.
Primero
se encuentra con dos figuras que le miran de frente, ambos tienen
cosas para darle que le serán de mucha utilidad durante su viaje.
El mago y la sacerdotisa. Son sus padres espirituales.
El
mago es un creador de mundos, conectado con las fuerzas del cosmos
como nos permite ver su sombrero cuyo símbolo es del infinito, tiene
en su mesa los elementos que hacen posible toda creación, y le dice
a su pupilo; ve y se creador de tu destino, pero no olvides que todo
lo que vives es una ilusión. La sacerdotisa tiene en sus manos el
libro de la vida, conoce como van a transcurrir los acontecimientos y
aconseja al loco mediante sueños e intuiciones, de alguna forma le
prepara para que escuche esa voz interior que le acompaña, es la
Diosa Madre que tutela a todos los seres que engendra.
Seguidamente
se encuentra a sus dos progenitores, el matrimonio poderoso, la
emperatriz y el emperador, de los cuales toma su protección durante
la infancia, su estabilidad, pero también sus defectos o sus traumas
vendrán de ellos. El loco idealiza a sus padres, hasta el momento en
que otro arcano entra en escena; el sumo sacerdote. La energía del
sumo sacerdote es muy poderosa, mas que la de un emperador, puesto
que esta figura es la encargada de introducir al loco en los grandes
enigmas de la vida del espíritu y de la carne, es quien adoctrina,
bendice o castiga en nombre de lo divino. El sumo sacerdote le dice
al loco; mira bien lo que te espera en el transcurso de tu viaje, se
misericordioso y compasivo con tus semejantes.
De
ahí el loco va en busca del amor, de su opuesto, aquel ser que le va
a complementar y aparecen los enamorados. Pero el amor duele cuando
entra en el corazón, la flecha del dios Eros llega hasta él con los
rayos de luz que da el origen a la vida. Sin embargo este arcano
también tiene otro mensaje, las figuras que se ven pueden ser tres
aspectos diferentes de un mismo ser. Para ser completo, el hombre ha
de integrar sus propias facetas, sin excluir ninguna, por muy
doloroso o incomprensible que resulte.
Nuestro
loco ha crecido en este tramo del camino, se siente capaz de
abandonar el cómodo reino de los dioses y con la ayuda de un joven e
inexperto rey parte hacia el reino de los deseos y la materia. Este
arcano no es tan sabio como el sumo sacerdote ni tan fuerte como el
emperador, pero posee el ímpetu suficiente para hacer que ese carro
ruede, eso hace feliz al loco, se siente pleno, dichoso, capaz de
abrirse al mundo de los deseos, y hacia allí parte donde se
encuentra de bruces con las leyes de los hombres. La justicia,
impasible, le recuerda constantemente que va a tener que tomar
decisiones en su vida que van a afectar a otras personas y a su vez,
él mismo se verá afectado por las decisiones de ellas. Va a tener
que tomar partido, saber renunciar, ser equilibrado en sus acciones,
porque si no lo hace estas se van a volver en su contra, tal es la
ley de los hombres. Entonces el loco, por primera vez, se siente
preocupado, tal vez perdido en un mundo que le exige tanto
sacrificio, y es entonces cuando el arcano del ermitaño, el viejo
que se aisla de este mundo, le sale al encuentro, con su luz perenne,
y le recuerda que encuentre dentro de sí mismo las respuestas que
está buscando, puesto que ya se las dieron. Observa tu interno,
busca tu luz, lee tu libro de la vida.
Pero
el loco se deja llevar por las circunstancias de una vida exigente y
demasiado tarde se da cuenta de la inconsistencia de la misma, ¡él,
qué se sentía como rey sobre trono, ahora se ve como mono de
circo!. Se da cuenta de que, en realidad, nunca tuvo nada, puesto que
la rueda de la fortuna gira y gira, todo lo que hoy está, mañana se
va.
Pero
el loco se halla en la mitad de su viaje, todavía no ha llegado a su
meta, y su esencia divina le regala la fuerza necesaria para que
consiga dominar sus instintos mas primarios y mediante su sacrificio
y voluntad consiga afrontar todos los obstáculos que aparecen a lo
largo de su camino y que tan graficamente son representados por el
arcano del ahorcado. Pero todos los frenos o parones de la vida son
paréntesis que el loco aprovecha para tomar decisiones acerca de qué
hacer con ella, y de manera muy sabia decide morir simbolicamente,
segar el campo para volver a plantar semillas nuevas, esto puede ser
doloroso, hay que aprender a renunciar a partes de nosotros mismos,
pero la promesa del nuevo fruto lo compensa todo.
En
este punto del viaje, el loco busca el consuelo de su parte mas
espiritual, conecta con su ángel guía, y este le dice; mira, nunca
has perdido nada, ni a nadie. No hubo triunfos ni fracasos, solo hubo
experiencias, ni una sola gota de tu agua se derramó en el viaje, y
estás preparado para abandonar el reino de los deseos, te has
complementado a ti mismo alcanzando la templanza del ser.
El
loco se siente feliz, ¡se siente espiritual, pleno, realizado! Y con
este ánimo emprende la última etapa de su viaje, se dirige hacia el
reino de las realizaciones. Sabe mucho, ha vivido mucho, la vida no
tiene secretos para él...hasta que llega el arcano del diablo, se le
para enfrente disfrazado de las mas disparatadas apariencias, y,
apenas sin que el loco se de cuenta, le coloca la cadena de la
esclavitud en el cuello. El diablo ha venido a molestar, a complicar
las cosas, a tentar; ¿dices qué eres un ser realizado? ¿te sientes
bien contigo mismo?, ahora tendrás ocasión de demostrarlo. Le
enfrenta a sus propios demonios y el loco observa como una tormenta
de proporciones desmesuradas hace trizas en poco tiempo aquello que
tanto esfuerzo le llevó construir. Pero junto con la construcción
material cae también su ego, su orgullo, su soberbia, su torre de
Babel.
El
loco yace tendido en la hierba, herido y cansado, cuando, por primera
vez en su viaje, mira hacia el cielo y lo halla poblado de estrellas
que son promesas de mundos felices. A su lado, desnuda e inocente,
una doncella vierte agua en un río que corre hacia el mar, agua que
sana las heridas y regenera la vida. Se da cuenta también de que hay
dos fuerzas cósmicas, mas poderosas que su propio mundo, la luna, la
madre, el sol, el padre, y por primera vez siente que ha llegado a
casa.
Humilde,
desnudo ya de todo ego, espera escuchar el veredicto de su propio
juicio, suenan las trompetas de los ángeles y con las manos en rezo
contesta; hágase tu voluntad.
Y
en ese momento el loco descubre que él es el centro del mundo, él
es el inicio y el final, su viaje le ha completado un círculo y le
acompañan cuatro custodios; el ángel, el águila, el toro y el
león.
El loco por fin se ha hecho hombre.
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