En
la antigua Grecia, Platón nos habló del arquetipo como origen de un
patrón ejemplar de conducta humana. Es un gran referente, pero poco
concreto para nuestro uso, ya que él se refería a ideas muy
abstractas que habitaban en el reino de lo intangible, eternas y
perfectas, inalcanzables para los humanos que habitamos el reino
sensible. Desde nuestro mundo nunca podremos alcanzar las ideas o
arquetipos, pero si podremos participar de ellas. Las ideas de
Belleza, de Bien, del Ser, son esencias universales, ejemplares, las
cuales queremos copiar para tener un orden y no sucumbir al caos.
Siglos
mas tarde, Carl Gustav Jung toma el término “arquetipo” y lo
acerca a nuestra cotidianidad, con su teoría de “El inconsciente
colectivo”, nos describe un mar universal de contenidos originales
compartidos por toda especie humana. Los arquetipos de Jung van mas
allá de la perfección inalcanzable de Platón, mostrándonos la
otra cara de la moneda; si, es cierto que el ser humano aspira a ser
contenido por el mundo de las ideas elevadas, pero para lograrlo ha
de reconocer sus mas bajos instintos, ha de dejarse arrastrar por sus
oscuridades, reconocerlas y aceptar que su SER es completo al
integrar todos los arquetipos, sin juzgarlos ni discriminarlos.
Jung
fue un gran estudioso de los mitos, fuente de inspiración para
desarrollar su teoría del inconsciente colectivo. Un mito es un
relato fantástico donde seres sobrenaturales viven dramas y
resuelven conflictos, dando así una explicación a los hechos que
nos ocurren a los seres humanos. Podemos verlo como proyección de
nuestros problemas sobre un mundo irreal, de fantasía, que nos hace
de espejo y nos dice cuales son las conductas a seguir para conseguir
con éxito nuestros propósitos. Estos seres sobrenaturales,
poderosos o no, representan las energías de los diferentes
arquetipos, que son las mismas fuerzas las cuales nosotros debemos de
desarrollar, solo que en una escala mucho mas humilde y terrenal.
Los
mitos se adaptan a una sociedad determinada creando una versión
particular para esta cultura, pero siempre conservan el contacto con
su origen. Es decir, pueden cambiar los nombres, los datos concretos
de los personajes mitológicos, pero la estructura esencial del mito
es conservada. Así, cada relato mitológico nos da información
acerca de la cosmovisión de una sociedad. Lo que no cambia en ningún
caso son las fuerzas arquetípicas de donde provienen. Así tenemos,
por ejemplo, que el arquetipo de heroe hijo de la divinidad, toma
forma, según el país que sea, de JesusCristo, de Wiracoccha, de
Horus, de Thor, de Mitra, etc.
En
nuestro afán por convertirnos en aquello que admiramos, en nuestro
personaje mítico elegido, hacemos un pacto inconsciente con él. No
lo sabemos, pero así es. Y para que este pacto se concrete tenemos
el Símbolo. La palabra símbolo significa; lanzo esta imagen
(copia), tiro de ella y la divido en dos partes, te doy una parte a
ti (al mito) y yo conservo la otra parte, cuando consiga estar en ti,
la imagen será de nuevo completa.
Así
pues, cualquier símbolo es una herramienta, una señal, un signo,
que nos conecta con aquello que queremos ser. Hay miles de símbolos,
la mayoría son compartidos universalmente, pero existen símbolos
propiedad de alguna comunidad, y también personales.
Al
igual que los arquetipos, los símbolos contienen una fuerza poderosa
arraigada en nuestra psique mas profunda, desde donde manejan
nuestras emociones y conductas.
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