jueves, 20 de abril de 2017

ARQUETIPOS, MITOS Y SIMBOLOS. 2º parte.

Freud pensaba que; “el hombre, lejos de ser un individuo guiado por la razón y el orden, estaba sujeto a la fuerza de los instintos y emociones desordenadas, a menudo ajenas a su control”. Conscientemente las personas guardan recuerdos no deseados, reprimiéndolos, e ignorando así la raíz de sus neurosis y conflictos. Su teoría del psicoanálisis se veía, de este modo, muy refrendada, ya que ayudaba a sacar a la luz del consciente esos contenidos oscuros de la psique. Pero no iba mas allá, para él cualquier otra consideración de esos contenidos no se contemplaba, negando entonces lo que en psicología se llama “la identidad psíquica y mística” del hombre, quedándose tan solo con el mundo de la forma.
Para Freud, la necesidad de crear símbolos desde tiempos remotos y que estos símbolos aparecieran insistentemente en los sueños de los hombres, no son mas que unos “remanentes arcaicos” que no merecían consideración de estudio en la terapia. He ahí la gran diferencia entre la creencia de Freud y la de Jung, puesto que para este último, el hombre crea los símbolos y los usa como asociaciones históricas que le dan explicación de su trascendencia como ser humano. Su aparición en los sueños es de una riqueza tal que no podemos permitirnos el lujo de prescindir de su interpretación.
La parte instintiva del hombre nace ligada a los espíritus de la mitología, cuyo inicio se pierde en la memoria de los tiempos. Nadie sabe de donde, ni como se formaron los mitos, y eso desconcierta a muchos pensadores racionalistas, por la fuerza que tienen a la hora de expresarse en la vida de los hombres.

Cuando soñamos que volamos ¿no estamos acaso imitando el vuelo de Icaro y Dédalo, ascendiendo hacia la luz del sol?. Jung nos dice que las imágenes primordiales, los arquetipos, los mitos, no son representaciones originadas en nuestra conciencia, cuando surgen en nuestra psique las estamos compartiendo con el resto de la humanidad, al igual que los instintos primarios, son modelos del pensamiento colectivo heredados e innatos a toda la especie humana, a los cuales podemos acudir siempre que los necesitemos expresar.
Cuando en nuestros sueños se nos aparece la imagen de Jesucristo nos conmovemos, si somos creyentes cristianos, y aún no siéndolo hay algo en nosotros de veneración ante una imagen de esa envergadura, ¿por qué?, ¿qué es lo que se mueve en nuestro mas profundo mundo inconsciente ante la posibilidad de un”contacto” divino con la figura de Jesus?. He conocido a muchas personas que me han contado un sueño parecido y la mayoría de ellas aseguraban que no se trataba de un sueño!, sentían la representación simbólica como un acto verídico, incuestionable y de vital importancia para sus vidas. Si para ellos era cierto, ¿quién era yo para argumentar lo contrario?. Por que mas allá de la realidad o no de la cuestión lo que importa es la conmoción que el símbolo del mito de Jesus provoca en la psique de las personas, las cuales hallan en la visión divina a su propio sagrado ser interno, y , sin dudas, esa experiencia es la que estaba reclamando tener.
No solo relacionarse con el Ser interno es conmovedor para el ser humano, también lo es poder comunicarse con la Naturaleza entera y sus múltiples símbolos. Los antiguos pueblos indígenas no se concebían separados de ella, de su totalidad. Los fenómenos naturales se explicaban formando parte de la vida cotidiana de los hombres, nada era ajeno a nada, lo exterior era similar a lo interior y en esa comunión natural de los actos físicos representaban la unidad con el cosmos. El hombre moderno necesita reencontrarse con ello, con la cosmovisión sagrada de la vida, recuperar los mitos para que nos expliquen muchas cosas desde la visión mística de la Creación, necesitamos volver a creer en los dioses de nuestros ancestros y no dejarnos hipnotizar por unos falsos ídolos de oro que tienen los pies de barro.




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