sábado, 10 de octubre de 2015

RESISTENCIAS FRENTE A LA TERAPIA


El primer paso para augurar éxito en cualquier terapia es el establecimiento de un vínculo entre el cliente ( paciente) y el terapeuta. La mútua confianza es importante para el desarrollo de la misma, e indispensable para solventar cualquier tipo de resistencia que se presente.
Cuando acudimos a la terapia lo hacemos de forma voluntaria, o así debería de ser, entonces ¿cómo es posible que pongamos resistencias a un acto que deliberadamente hemos elegido hacer?, primero que todo, veamos que se entiende por resistencia; es una defensa inconsciente que protege al cliente de la angustia que supone traer a la conciencia, al presente inmediato, aquellos conflictos, pensamientos o deseos que no acepta, por la razón que sea, y que en su momento decidió guardar en los recónditos sótanos de su inconsciente, incrementando el contenido de su sombra, como Carl Gustav Jung nos explicó.
El problema con eso, es que cuanto mas profundo nos empeñamos en esconderlos, tanto mas los proyectamos en nuestra vida diaria, y mas padecemos las consecuencias.
Cuando vivimos condicionados por los contenidos de nuestra sombra, nos acostumbramos a sentir el sufrimiento, el dolor, la insatisfacción, etc., lo identificamos como nuestra zona de confort y decimos frases como: “Es que a mi siempre me ha dolido mucho…, Esto en mi es lo normal…,Yo soy así y no puedo cambiar, ...etc”. Esto nos da una falsa sensación de seguridad, y al acudir a terapia la sentimos amenazada.
Nos resistimos de forma inconsciente por miedo, disfrazado de muchas casuísticas y razones, pero al final es solo eso; tenemos miedo al cambio.

Es interesante observar que si tomamos la actitud de luchar contra la resistencia, ésta se hace más fuerte, mientras que si optamos por incorporarla a la terapia como un elemento mas de la misma con el que tratar, poco a poco esta resistencia cederá por si sola permitiendo entonces el desarrollo íntegro de la misma.

Primer paso ineludible para comenzar el proceso es identificar estas resistencias con la sencilla pregunta ¿qué teme el cliente?, ¿cual es su verdadero miedo?.
Obviamente no le vamos a preguntar eso de esta forma, tan directa, pues a menudo el cliente no sabe explicar ni lo que le pasa frente a la terapia, ni porque le pasa lo que le pasa…
En muchos casos vemos que el sentimiento de culpa está condicionando la vida del cliente, provocando que use su patología como AUTOCASTIGO, justificando de este modo una conducta de víctima o verdugo, y sin recursos para salir de un círculo cerrado que le limita. Aparecen los juicios, tales como; “Soy malo/mala…,no merezco perdón…, me siento culpable…,no soy digno de ser amado…,etc”.
El miedo al cambio impide la sanación y alimenta la culpa, y cuanto mas culpable se siente uno, mayor miedo tiene al cambio.
Como no merezco amor volveré a mi error, volveré a actuar “mal”,, repetiré mi “acto cruel” para castigarme aún mas”.
El perdón es la forma final de desatar ese nudo, tras responsabilizarse de los actos cometidos pero sin la carga de la culpa, representando el orígen del conflicto y comprendiendo los motivos, propios o ajenos, que lo ocasionaron.
Veamos ahora algunas de las resistencias mas comunes a la terapia,
ME RESISTO A SER TRATADO EN TERAPIA CUANDO;
- No quiero escuchar lo que no me conviene, mi ego no me deja avanzar y toma el control total de mi mente.
- Ya que he venido a la terapia le doy todo el “poder” al terapeuta, yo no voy a hacer nada, que lo haga todo él, la solución a mi problema no es mia. (Así escuchamos frases como; solo me puedes ayudar tu, lo dejo todo en tus manos, etc.)
- Me comporto como una víctima y como tal, no tengo derecho a sanar.
- Si sano dejaré de tener mis compensaciones. (ejem: si me pongo bueno nadie me prestará atención, si recobro el ánimo para volver a mi trabajo dejaré de hacer lo que a mi me satisface, etc.)
- Temo al juicio del terapeuta, ¿qué va a pensar de mi…?
- Me identifico totalmente con mi enfermedad o con mi conflicto, de tal modo que hasta tengo presente los aniversarios ( ejem: hoy hace tres años que me operaron, hoy hace veinte años que me deshauciaron, etc.)
- Hablo mucho, mucho!…, de tal modo que no dejo que el terapeuta aborde el tema a tratar porque no llega nunca al meollo de la cuestión.
- Lo niego todo, en cada frase hay una negación.
- Miento deliberadamente, esperando que el terapeuta “no se de cuenta”.
- Tengo tanto miedo frente a la terapia que me enfado de forma evidente y tomo yo así el control de lo que ocurra.
- Me provoco mucha confusión y olvidos continuos, ( ejem: no te sabría decir…, no tengo ni idea…, ahora no se,etc…)
- Necesito mantener el control de la terapia, aún de forma inconsciente, paso a querer modificar el entorno donde se realiza, le hago sugerencias al terapeuta sobre como afrontarla, me muestro inquieto…
- Tengo miedo al AUTODESCUBRIMIENTO, ¿y si el que descubro que soy no me gusta?, ¿y si no soy tan bueno cómo creo ser?
- Me creo débil para afrontar lo que surja, por vergüenza, por miedo, si descubro algún trauma importante no sabré que hacer.
Y por último:
- Veo al terapeuta como un rival, alguien que sabe algo de mi que yo no se, que tiene algo que a mi me falta, y termino siendo agresivo hacia él o bien lo desvalorizo por envidia.
Para finalizar, los clientes que vienen a consulta y explicando lo que les sucede dan infinitas razones, vueltas y vueltas a las mismas y no saben salir de ahí, se les pide un tiempo de silencio verbal y que se expresen con el lenguaje corporal. Mediante posturas que lo vinculen con sus sentimientos acerca del problema a tratar, elegidas libremente por el cliente, pueden decir mucho y también podemos pedirle que utilice un objeto representativo de su resistencia y lo describa profusamente, para después sugerirle ; ¿qué pasaría si eso despareciera ahora mismo de tu vida…?.

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