domingo, 11 de marzo de 2018

¿TRABAJO COMO REPARACIÓN O POR VOCACIÓN?

Admitiendo la existencia de vidas pasadas hacemos visibles muchos interrogantes. No puede ser de otro modo. Es tan vasto el caudal de información que se nos ofrece como consecuencia de esta creencia que se hace apasionante el indagar en ello. Ahora me gustaría dar mi particular visión acerca de uno de los puntos mas llamativos para mucha gente cuando hablamos de vidas pasadas, la misión del alma o el propósito de una encarnación: el trabajo, o quizás debería decir el oficio terrenal, la labor que desarrollamos aquí en la tierra. Todos sabemos que hay muchas personas que no están conformes con sus trabajo. Esto es tan habitual que cuando encontramos a alguien que asegura ser feliz con su trabajo nos asombramos y hasta podemos desconfiar de que sea del todo sincero!.

 Pero puede ocurrir, perfectamente, es más, debiera de ocurrir siempre así, pero si esto no se cumple ¿a qué se debe?.  Para responder a esta cuestión voy a dar un enfoque bastante metafísico, que tiene mas que ver con la "otra realidad" del alma, la que no vemos pero que muchas veces intuimos. Tengamos presente que el alma es la expresión del Ser en un grado mas allegado a la materia, es un vehículo del Ser, lo mismo que el cuerpo es un vehículo para la expresión del alma. El alma expresa una pulsión del ser, un anhelo de evolución y por ello viene al plano físico con un propósito de vida. Ese impulso es el arranque inicial, después el alma ha de construir, junto con todas sus demás expresiones o cuerpos de energía, los detalles, los acontecimientos que harán posible que el Ser se exprese. Fijaros que repito la fórmula "expresión" porque es un despliegue hacia afuera de la divinidad. La divinidad desciende y habita en el plano físico desplegándose sobre la materia como un abanico de luz. Pero volvamos al tema: el alma reconoce su misión de vida y accede a representarla, ya sea para evolucionar, sanar, comprender, aprender, rectificar, reparar, etc...Y ahí es donde nos encontramos con el trabajo en la materia, aquello a lo que dedicamos nuestra vida. No voy a entrar en reflexiones filosóficas de cuan importante o necesario sea el trabajo para la subsistencia del individuo y, por ende, de la especie humana, simplemente lo voy a tratar en su aspecto conectivo con la parte divina del hombre.
Al reencarnar podemos elegir querer rectificar conductas de vidas anteriores que no fueron muy afortunadas o que estuvieron muy alejadas de la energía amorosa que teníamos que manifestar. Quizás hicimos daño a alguien, a nosotros mismos, o a un colectivo de seres con nuestra conducta. Tal vez lo hicimos con plena conciencia de que no actuábamos con amor, sino con maldad. También puede ocurrir que lo hiciéramos por ignorancia, por miedo, por desidia..., es decir, en tantas vidas hemos tenido oportunidad de experimentar de todo. Si una vez herimos, en otra ocasión fuimos heridos. 
Este principio hermético es una de las siete leyes fundamentales de la creación que  Hermes Trimegistro nos dejó como legado para el avance espiritual de la humanidad; la ley de causa y efecto, que muchos la conocen como la ley del Karma.
El trabajo vivido como castigo divino es un concepto introducido por las religiones, especialmente la católica. lo tenemos tan arraigado en nuestras creencias que no lo cuestionamos. Cuando una persona repara daños acontecidos en otras vidas siente que necesita de una manera tajante trabajar en un determinado lugar. No sabrá explicar el porqué, pero se verá impulsada por una sensación que la arrastra mas allá de su propia decisión racional. Sucede que las almas que así lo han escogido encarnan en familias que son verdaderas sagas de oficio, generaciones de un mismo clan heredando el oficio de médico, por ejemplo. De este modo se garantiza que dicha alma pueda llevar a cabo su plan. También puede suceder lo contrario; almas que vienen a romper la tendencia.

Algo que podemos tener en cuenta a la hora de saber si un alma está ocupada en su vocación o no es el modo en el que habla de su oficio, si lo hace despectivamente, criticándolo, con quejas o de una forma grosera es obvio que esa persona está ocupada en una profesión que no le gusta y no podrá aportar nada valioso a la sociedad ni a ella misma en ese estado. Se siente "atrapada", y es frecuente oir el comentario:"no puedo dejar este trabajo, ¿de qué voy a vivir?, me guste o no, he de seguir aquí, etc...". Seguramente sus días laborables serán pequeños o grandes infiernos!.
En cambio, la persona con vocación acude a su puesto de trabajo con una conciencia distinta. Transitará por los mismos pantanos laborales que los demás, pero se siente comprometido. Es mas, yo diría que se siente enamorado de su profesión. Con lo bueno y lo malo que le pueda aportar cada día.
Es muy triste y limitante pensar que las circunstancias vitales no se pueden mejorar. Me gustaría, para finalizar, apuntar algo que leí en algún lugar, a modo de consejo; ama lo que haces y la vida te devolverá aquello que das, pero multiplicado.

2 comentarios:

  1. ¡Buenos viajes para todos!

    Al reducir voluntariamente un sentido durante la vigilia, se fuerza y se ajusta una nueva percepción, lo que brinda un nuevo enfoque sobre la naturaleza de la realidad dejando de lado las condiciones afectadas al sentido. Es decir, la visión y sentir se convierten en sinónimos en la claridad.

    Por lo tanto es una cuestión comunicativa.

    En comunicación, se vuelve irrelevante la necesidad de una autoridad, juez y valorador. El amor, la libertad y el respeto, son sin la necesidad de evocarlas. Los comunicados se potencian y crean algo nuevo.
    Sin embargo, en descomunicación y desarmonía, las palabras amor, libertad y respeto, surgen para indicar una carencia, un fantasma. El cliente se vuelve huérfano de su propia consciencia, de sí mismo, se polariza forzando el vínculo en dónde se generan nuevas palabras para indicar la situación del estado, como represión, obediencia, y tolerancia. Se sostiene un bucle.

    Las palabras también son un sedimento desde un estado específico. Por lo cual, para algunas personas existen y para otras no, lo mismo sucede con las experiencias ordinarias o extraordinarias como necesidad de una representación acorde a una lógica establecida desde las creencias. Cuestión verificada también en el arte, las memorias son la materia prima en el colapso de un instante, bajo un estado específico.

    En alguien que se aisla, lógicamente, le sucederán menos situaciones conflictivas, menos interferencias. Por lo cual, se puede saltar de cualquier cárcel virtual fácilmente. Pero la razón lógica y natural es el restablecimiento de la armonía del esclavizado, desarrollar su consciencia y modificar las referencias en su memoria.
    Aquí se puede observar la naturaleza de la adicción en la recurrencia para obtener el efecto perecedero de liberación deseado.

    El error se conserva en la memoria con un bastón de adaptación hasta tanto no se resuelva el defecto generador. La señal de distorsión es consecuencia de una información que intenta ser el centro de gravedad con el objetivo de prestar atención y hacer consciencia. Esto es debido a que la memoria de las apariencias es también atemporal.
    Las memorias colapsan en un punto de acuerdo a un enfoque con efecto de reflejo especular, bidireccional en sentido y propósito.

    Detrás del relato que explica la experiencia tal cual sucedió y sucede, sea ordinaria o extraordinaria, se encuentra la interpretación de ella, y también la interpretación sobre interpretaciones, y de todo lo que existe en el mundo, incluyéndonos. Lo importante es quién moviliza el contenido anímico, con qué, y para qué, y es el mismo actor que se encuentra gravitando en un centro emocional ilusorio y provisorio.
    Las ficciones que forman el teatro son fantásticas, legales y técnicas. Según lo escrito o programado, todo es perfecto porque todo verbo tiene su sitio, pero no lo es desde el principio evolutivo de la consciencia.

    La emoción y sensación es la verdad que suele justificar una situación mediante un relato, sin embargo, sus señales de distorsión son muy claras para indicar el error.

    De la misma manera que se saca una espina física, se retira la ilusoria espina virtual.
    La razón de advertir la señal y negarla, es la confusión misma que obliga a detener la máquina para concentrarse en la memoria(pasado).

    Hay que comprender el abanico emocional y la mecánica del cuerpo, contenedor, vehículo virtual y físico, o de memoria sutil y densa.

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  2. 2

    La mayoría no da cuenta que posee las manos libres al no estar puntual y detalladamente en la mecánica de cada función biológica y construcción creativa.

    Esa sensación de que alguien invisible y ajeno lleva el control de una manera opresora, se suele unir a la sensación de parasitaje energético desde una información conservada en la memoria, que el evocador moviliza inconscientemente. Esto implica que la emoción, positiva o negativa considerada como resultante, estén sujetas al paradigma de una situación patológica. Es una enajenación con la propia naturaleza en dónde el territorio privado se convierte en un campo de batalla regido por el miedo a la muerte.
    El creyente entonces, no sólo se pelea consigo mismo, sino también se busca a sí mismo en la pelea.

    Por lo tanto, la conciencia biológica es el límite y filtro de ajuste programable, es decir, puede ser un amo y tirano o un amigo y maestro, dependiendo de la intención del pastor del rebaño o de la oveja negra.

    Si bien el amo y pastor se convierte en el 1, gobernando sobre las virtudes y defectos de su rebaño que suma sus 0, está obligado a sostener el estado de baja consciencia convirtiéndose en un esclavo más gobernando bajo premios y castigos, donde el premio suele ser simplemente no ser castigado. Por éste hecho se reproduce la forma de gobierno en cada intento de organización conformando una pirámide en cuyo centro se encuentra el creyente, como fantasma.

    En cualquier circuito cerrado, sea una palabra, relato, sueño, pensamiento, ideología o sistema, tanto el inicio como el fin ya se encuentran predeterminados, las innumerables variantes que suceden entre esos dos puntos suman las estadísticas. Por ejemplo, tanto una desarmonía personal o una crisis social, poseen un mismo origen que repercute en diferentes efectos, enfermedades o situaciones de conflicto que revelan un estado de esclavitud. Todo lo fuera del circuito es lo desconocido que puede poner en peligro el orden establecido como lo normal.

    El pensamiento está sujeto a un ordenamiento en planos bidimensionales de manera binaria, afectado lógicamente a la mecánica clásica que brinda sincronicidad entre el mapa y el territorio. Las proyecciones brindan previsibilidad pero una seguridad endeble.
    La programación y red informativa sucede con la lógica y correspondencia que existe entre la luz y el ojo.
    Gracias a esta misma mecánica, todos los trucos o engaños pueden ser descubiertos detrás de las ficciones fantásticas, legales y técnicas que la habilitan.

    El factor, es el símbolo y lo literal codificado alfanuméricamente.


    Por lo tanto, al entrar en un circuito cerrado, en un cuento, la sintonía y enlace obliga a crear un centro ilusorio de gravedad y de sentido para comprender que es lo que se está movilizando y con qué, mediante una simulación y un simulacro de confirmación.

    De manera inconsciente, el guión dará las pautas para el actor desligando ilusoriamente la responsabilidad de sus acciones.

    De manera consciente se comprende el agente precursor de la confusión confirmadas en los fallos lógicos de la conducta y sistema.

    La consciencia, llamada Dios, somos cada uno y todos. El nombre personal, nunca puede contener y encarcelar algo que no tiene límites, sin embargo, se consigue ilusoriamente dentro de unos márgenes controlados.

    La muerte entonces, da posibilidad del fin a toda estupidez y tiranía, ya sea de un momento, o de una vida.

    Lo que muere entonces, es la apariencia.

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