Usamos
la palabra “cuerpo” no tanto por su sentido físico y de carne en
el hombre, sino por otro sentido mucho mas amplio y diverso, usamos
la palabra cuerpo como vestidura envolvente energética del ser
humano, no visible a sus ojos físicos, que interactúa con su parte
material, el sistema energético humano forma una trama
perfectamente entremezclada de soportes. El último representante de
ellos, el cuerpo físico, el que encarnamos, es pues una pequeña
parte nuestra, de la totalidad de nuestro ser de energías.
Hablaremos
aquí de los tres primeros cuerpos mas cercanos al mundo físico, que
son;
El
cuerpo físico
El
cuerpo etérico o vital
El
cuerpo astral o emocional.
El
cuerpo físico es nuestra encarnación, orgánico y biológico, que
funciona como un conjunto de sistemas perfectamente conectados para
permitir el proceso de la vida. Es pues funcional y caduco, se
deteriora con el paso del tiempo y finalmente lo abandonamos en el
momento del morir porque sencillamente ya no nos es útil. La carne
no puede tener autoconciencia, decimos entonces que la conciencia del
hombre no nace dentro de los procesos químicos del cuerpo orgánico,
entonces el asiento de la conciencia del hombre lo vamos a buscar en
otro punto. Muchas veces comparamos el cerebro humano con un
computador, pero eso es erróneo, el cerebro no puede ser comparado
con un computador porque ningún computador produce su propio
programa. Es alguien exterior a la máquina que ha de programar el
sistema. De igual forma, cuando nos identificamos excesivamente con
nuestra carne estamos errando, porque nos olvidamos que hay una
conciencia exterior al cuerpo que es nuestro programador. ¿Significa
esto que la carne no puede ser espiritual?, pues según las
diferentes culturas y creencias hay diferentes respuestas. Nuestra
cultura es cristiana y el Cristo dijo; “el cuerpo es el templo del
dios vivo”, pero esta cuestión es un asunto filosófico mas que
energético. En cuanto a las energías propias, diremos que la
materia tiene una baja vibración, una densidad elevada, lo que la
aleja de los mundos elevados de la conciencia divina del hombre, pero
no por ello es menos importante en su desarrollo.
El
cuerpo etérico o vital envuelve al cuerpo físico por completo y
hace la función de malla de fuerza vital, sosteniéndolo,
reparándolo y almacenando energía como soporte para el cuerpo
físico, en caso de enfermedad o alteración de éste, el cuerpo
etérico aporta su condición de “doble energético” para reparar
el daño. Las sensaciones físicas se asientan en él, y todas las
dolencias físicas, las cicatrices, las roturas de huesos, los nudos
de energías, ...toda la memoria física del cuerpo queda registrada
en el doble etérico. Al morir el hombre, este doble energético se
desprende del cuerpo físico, si la muerte es pacífica, se va
apartando desde los pies hasta finalmente abandonar la cabeza de la
persona, y se queda al lado a modo de energía residual, la cual,
poco a poco, se desconecta de todos los estímulos concienciales del
SER y finalmente se deshace. Por lo cual vemos que en cada
encarnación nuestra estrenamos, además del cuerpo físico, un nuevo
cuerpo etérico. Este cuerpo vital se alimenta de las energías
naturales, la luz solar se absorbe principalmente por el plexo solar,
y la energía telúrica se absorbe por el chakra raíz, las plantas
de los pies.
El
cuerpo astral o emocional se sobrepone a los dos anteriores cuerpos,
conteniéndolos, y en él situamos nuestras emociones, nuestros
pensamientos y las cualidades que vamos incorporando en nuestra vida.
Los clarividentes pueden ver este cuerpo y nos dicen que su aspecto
está en consonancia con el estado de conciencia de la persona.
Cuanto mejor se tenga la conciencia, mejor se tendrá el cuerpo
astral, mas definido, menos caótico, sus colores serán mas tenues.
Su carga de fuerza es magnética y por ello tiene un gran “peso”
en el sistema de cuerpos de energías.
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